Cuando pensamos en colores duraderos, imaginamos coches brillantes, fachadas recién pintadas o carteles que resisten el sol. Pero hay un material que no solo aguanta todo eso, sino que cambia de color con la luz y casi no necesita mantenimiento: el acero inoxidable a color.

 

No es pintura. Es precisión

A diferencia de otros materiales, el color del acero inoxidable no proviene de pinturas ni tintes. Las planchas con las que trabajamos en In-Metals son sometidas a un tratamiento que modifica su superficie a nivel microscópico, sin añadir capas externas que puedan desgastarse con el tiempo.

El proceso comienza con el refuerzo de la capa pasiva que protege naturalmente al acero contra la oxidación. Mediante su inmersión controlada en un baño ácido, esta capa se incrementa, volviéndolo aún más resistente a la corrosión.

 

El color viene de la luz

Lo interesante es que, al modificar la distancia entre la base del acero y esa capa pasiva, se genera un fenómeno óptico: la interferencia de la luz. Según el tiempo que la plancha permanece en el tanque, se obtienen distintas tonalidades.

Este efecto no solo produce un color intenso y metálico, sino que además cambia ligeramente según el ángulo desde el que se observe, dando como resultado superficies elegantes, sofisticadas y dinámicas.

 

 ¿Realmente, qué tan duradero es?

El acero inoxidable ya es conocido por su resistencia a la corrosión, a la intemperie y al paso del tiempo. Pero cuando se somete a este proceso de coloración mediante pasivación controlada, esa resistencia se potencia todavía más.

Vida útil estimada: Más de 30 años en exteriores, incluso en ambientes agresivos (zonas costeras, ciudades con alta polución, etc.).

Alta resistencia al rayado: Al no llevar pintura ni recubrimientos superficiales, no hay nada que pueda descascarillarse o pelarse.

Estabilidad del color: El tono no se degrada con la exposición solar, ya que el color no depende de pigmentos, sino del comportamiento de la luz sobre la superficie.

Comportamiento frente a la humedad y los productos químicos: La capa pasiva actúa como una barrera natural que repele agentes corrosivos y facilita la limpieza.

 

Este tipo de material se utiliza ya en proyectos arquitectónicos exigentes como aeropuertos, fachadas de hoteles de lujo o mobiliario urbano en zonas expuestas al desgaste constante.

 

Comparado con… un coche

Un coche empieza a perder brillo a los pocos años si no lo cuidas. Su color se degrada con el sol, la lluvia y la contaminación. En cambio, el acero inoxidable a color tratado de esta forma puede mantenerse impecable durante décadas, sin necesidad de barnices ni repintado.

 

¿Cómo se limpia el acero inoxidable a color?

Uno de los grandes puntos a favor del acero inoxidable a color es que su mantenimiento es sorprendentemente sencillo. En la mayoría de los casos, basta con un trapo de microfibra y un limpiador neutro para conservar el brillo original y eliminar pequeñas marcas causadas por el uso o el ambiente.

Eso sí, como con cualquier superficie decorativa, es importante evitar productos abrasivos o con lejía, y seguir algunas pautas básicas según el entorno. Si te interesa conocer más en detalle qué hacer en cada situación —desde huellas hasta manchas persistentes—, hemos preparado una guía práctica que puedes consultar aquí:

Guía completa de limpieza del acero inoxidable

 

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